Aunque parezca un invento reciente por su auge actual, la historia de los vehículos eléctricos tiene sus orígenes en los primeros años del siglo XIX. Existen tres hitos temporales hasta nuestros días que marcan tres eras diferentes en la evolución de este tipo de motores y el uso que se hace en medios de transporte en nuestros días.
- Su invención
- Una época en la que dejó de considerarse como una opción poco recomendable debido a las trabas que presentaba su uso
- El resurgir
Invención del motor eléctrico
Gracias a los estudios y descubrimientos de Michael Faraday (en el siglo XIX) se supo que el magnetismo produce electricidad a través del movimiento. Las bases de esta teoría le proporcionaron al investigador e inventor las claves para desarrollar unos aparatos de rotación electromagnética que serían el vestigio de lo que luego se convirtió en el motor eléctrico.
El primer motor de corriente continua fue patentado por Thomas Davenport en 1837
Unos años después, en 1881, Gustave Trouvé presentó el primer coche eléctrico de tres ruedas en una feria en la capital francesa, y solo 7 años más tarde salió al mercado el primer coche eléctrico de cuatro ruedas, el ‘Flocken Elektrowagen’.
Pérdida de popularidad
Pero lo que apuntaba como un gran paso para la industria del motor y el transporte dejó de ser una tendencia con la llegada de los vehículos de gasolina que tenían una autonomía mayor y eran capaces de recorrer distancias más largas. Esto, acompañado de la bajada del precio de la gasolina, hizo que a principios del siglo XX apenas quedaran ya coches eléctricos circulando.
El resurgir
Un hito económico, la crisis del petróleo de los 90, hizo que en las cabezas de los consumidores se fueran poco a poco concienciándose de que los recursos fósiles no son infinitos y de que, además, son mucho más contaminantes .
Esta conciencia social, acompañada de las diferentes normativas que han surgido en el mercado occidental, especialmente en Europa, ha provocado que se haya ido apostando más hacia la tecnología del coche eléctrico.
El nuevo siglo ha traído también nuevas y más eficientes tecnologías, como las baterías de iones de litio que ayudan a alargar la autonomía. Este tipo de ventajas, junto al aumento de la competitividad en cuanto a costes (la diferencia entre vehículos de gasoil y gasolina y los eléctricos se ha reducido considerablemente) y las normativas europeas, cada vez más exigentes, sobre emisiones de monóxido de carbono (CO) y óxidos de nitrógeno (NOx) están siendo decisivos en los procesos de elección y compra de vehículos por parte de los ciudadanos.